EDAD MEDIA
Los Pueblos
Germanos crean Europa
La presión que los pueblos
germanos ejercieron sobre las fronteras del ImperioRomano, durante varios
siglos, tuvo como consecuencia la fusión de la cultura aportada por estos pueblos
con la existente en el mundo romano. Conocer cómo se
produjo esta incorporación
cultural ayuda a comprender nuestra cultura actual, ya que en este hecho se
pueden encontrar las bases de la civilización europeo-occidental. Los pueblos germanos, llamados por los
romanos «bárbaros», procedían del norte de Europa y fueron descendiendo, en
sucesivas oleadas, hacia el Sur. Poco a poco, se situaron en los bordes
exteriores del Imperio Romano. Estos pueblos tenían una organización muy
diferente a la del mundo romano. Constituían pequeños grupos o tribus mandados
por un jefe militar que era nombrado por una asamblea de guerreros. La tribu se gobernaba mediante la costumbre,
convertida en ley. Estos pueblos se dedicaban
fundamentalmente a la agricultura y a la ganadería, y apenas conocían la artesanía.
Sus creencias se fundaban en la
adoración a las fuerzas de la naturaleza y sus
santuarios estaban en el fondo de los bosques. El dios Wotan recibía en
el paraíso (Valhalla) a los guerreros muertos en combate. Durante bastante
tiempo, germanos y romanos convivieron con relativa calma, pero en el año 476
d.C. invadieron Italia y el último emperador romano fue depuesto por Odoacro,
uno de los jefes germánicos. Los pueblos germanos se extendieron por los
territorios que pertenecían al Imperio Romano de Occidente: Galia, Hispania e
Italia y formaron reinos. En la actual
Francia, la Galia romana, se asentaron los francos y constituyeron un extenso
reino, cuyo primer rey fue Clodoveo (482-511 d.C.). Este se convirtió pronto al
cristianismo y encontró el apoyo de la Iglesia.
Italia fue invadida por los
ostrogodos, después de la caída del Imperio. Su rey más importante fue
Teodorico, quien instaló su capital en Rávena e intentó imitar las formas de
vida y de gobierno de los romanos. Estos pueblos fueron sustituidos más
tarde por otros nuevos invasores,
llamados lombardos. La península Ibérica fue el asentamiento de diferentes
pueblos desde el año 409. Los suevos, vándalos y alanos permanecieron poco
tiempo, pero sometieron al país a continuos saqueos. Los visigodos penetraron en Hispania
hacia el año 415, al mando de Ataulfo que actuaba como federado de Roma. A la
caída del Imperio Romano, Eurico se consideró como el primer rey visigodo
independiente. Alarico fue derrotado por los francos de Clodoveo en Vouillé
(507), por lo que tuvieron que instalarse definitivamente en Hispania.
A mediados del siglo VIII, los
francos constituyeron un importante reino, cuyo gobierno estaba en manos de los
mayordomos, en los que habían delegado su autoridad los reyes francos. Fue uno
de estos mayordomos, Pipino el Breve, quien inauguró la nueva dinastía
carolingia con la aprobación del papa Esteban II y de los nobles francos. El
hijo de Pipino, Carlos El Grande, Carlomagno, coronado rey el año 768, gobernó
ya sobre un extenso territorio, y emprendió una serie de campañas de conquista
contra sus vecinos: los lombardos de Italia que, por segunda vez, habían
invadido las tierras
de la Iglesia, donadas por su
padre al Papa; los sajones del Este, dirigidos por Widukind; los musulmanes de
la península Ibérica; los bávaros; los ávaros. En el 795, había conquistado
todas las tierras situadas entre la antigua Galia y las otras dos
grandes potencias: el Imperio
Bizantino y el Imperio Islámico. A partir de entonces, la prudencia aconsejó a
Carlomagno iniciar una política de diplomacia con sus poderosos vecinos.
El papa León III le coronó
emperador el día de Navidad del año 800. Se convirtió, así, en el primer emperador de Occidente desde el
476. Aunque el imperio de Carlomagno desapareció pronto (Tratado de Verdún del
843), el título de emperador siguió existiendo en la persona de los reyes
alemanes. Fue el llamado Sacro Imperio Romano Germánico, que renació con la
dinastía de los Otones (Otón I el Grande).
La obra de
Carlomagno
La preocupación de Carlomagno por
organizar sus extensos dominios y por el desarrollo cultural de su pueblo, fue
constante. Para hacer llegar su presencia a los lugares más remotos, nombró a
los missi dominici, “emisarios de su señor”, que actuaban en su nombre. Fijó
las fronteras del reino con la creación de marcas, al frente de las cuales
estaban los marqueses, y dividió el territorio en condados, en los que el conde
era el lugarteniente del rey. En el 794, hizo de Aquisgrán la capital del
reino. Su preocupación intelectual le llevó a reunir en la corte a sabios y
poetas. El inglés Alcuino de York dirigió la escuela del palacio, a la que
asistían los hijos del emperador y los funcionarios de la corte.
El Cristianismo
La difusión del Cristianismo
comienza al interior del Imperio Romano. Hitos importantes en este evento son
el Edicto de Milán (313) promulgado por Constantino quien establece la
tolerancia religiosa en el Imperio Romano y el Edicto de Tesalónica (380), del
emperador Teodosio quien con su edicto proporcionó las bases suficientes para
que el cristianismo emergiera como religión oficial del Imperio. Con esto el paganismo
comenzó a ser perseguido y la Iglesia pasó a participar en los asuntos públicos
del poder temporal. Este fue el primer paso para que el cristianismo terminará siendo
determinante en la conformación religiosa y cultural de Europa y logrará que su
visión del mundo fuera el elemento unificador de la Europa medieval. Luego de
la caída del Imperio Romano en el 476, Europa se inundo de pueblos paganos de
origen indoeuropeo (germanos), posteriormente estos pueblos se convertirán al
cristianismo gracias al ímpetu evangelizador de la iglesia, por lo que pese a
sus desiguales desarrollos posteriores compartirán una cosmovisión común basada
en su fe cristiana.
El monaquismo, se constituyó en
el fenómeno más interesante de expansión y difusión del Cristianismo al mismo tiempo fue una de
las principales herramientas para la conversión de los paganos. Introducido
desde Oriente a partir del siglo V, sin atenerse a una regla o patrón fijo, se
difundieron diversos modelos monásticos en la Europa bárbara. Tal es el caso de
la conversión del mundo celta irlandés en manos de San Patricio (389-461). Por
otro lado San Benito de Nursia (480-547), en el 529 fundó el
monasterio de Casino, donde
escribió su regla (534), que daría origen al código ético más importante al
interior del clero regular, la regla benedictina que preconizaba un estilo
monástico comunitario, moderado, práctico, alejado de los modelos ascéticos e individualistas
del Oriente y de Irlanda. La comunidad monástica estaba dirigida por el abad,
quien asumía las funciones de padre, admitiendo la clientela de campesinos próximos
al monasterio. El monasterio se constituía en verdadero polo de atracción de la
vida en la época.
El aporte
cultural de la Iglesia
Como se ha esbozado este fue un
período de gran trascendencia, ya que La iglesia y el cristianismo
transportaron los elementos culturales germanos y romanos sincréticamente al
Mundo Medieval. Algunos de los legados culturales de la iglesia son:
Las
escuelas monásticas y clericales continuaron difundiendo la herencia clásica.
Así los monasterios occidentales enfatizarán la educación intelectual sobre la
moral como elemento indispensable para el estudio de las Sagradas
Escrituras. De ésta forma, éstas
escuelas mezclan aportes literarios con la instrucción moral y religiosa.
La escolástica
fue la doctrina filosófica en boga en la Edad Media, que utilizó la razón
para entender la teología. La Escolástica sustentaba que la razón no se divorciaba
de la fe, pues ambas procedían de Dios. En la construcción de este
movimiento religioso destaco
Santo Tomás de Aquino.
Muchas
Universidades fueron creadas o protegidas por la iglesia como la de Bolonia
en Italia. Las Universidades permitieron el desarrollo de un tipo de enseñanza
superior especialmente en teología, medicina, derecho y filosofía.
La
arquitectura Románica y Gótica. El Románico surgió en Italia a finales
del siglo X. Las iglesias románicas presentaban un aspecto sólido y macizo, en
cuyo interior existía una luz de penumbra que reafirmaba la idea de
contemplación y recogimiento. El Gótico se desarrollo desde mediados del siglo
XII. La expresión clásica fue la catedral, su estructura pretendía simbolizar
la fragilidad del ser humano y su relación con Dios.
La importancia
política del papado
El clero ocupó un lugar
privilegiado en la sociedad medieval, no sólo porque fue la institución más
sólida y mejor organizada de la Edad Media sino que también por la riqueza que
concentro y por el dominio que tuvo sobre la cultura.
Este poder social también se
manifestó en la esfera política, el papado con el paso del tiempo pasó a ser el
elemento legitimador del poder temporal de monarcas y emperadores, con lo que
consiguió convertirse en un elemento central del juego político. A modo de
ejemplo en el año 751 el Papa Esteban II reconoció a Pipino como rey de los
Francos a cambio de protección militar. CarloMagno fue coronado emperador por
el Papa León III sellando la alianza política entre el poder temporal y el
espiritual. Paulatinamente el accionar político de los obispos que estaban
diseminados por Europa
se fue acrecentando, iniciándose
una serie de disputas con los reyes y príncipes. Ocurrió que en aquellos
lugares donde el poder del monarca era más centralizado el accionar de los
obispos estuvo subordinado a él, por lo que muchos gobernantes
nombraban personalmente a los
obispos de sus dominios. Evidentemente que esta situación afectaba la autoridad
Papal, por lo que comenzó un arduo conflicto entre los monarcas y el Papa.
¿Quién debe nombrar a los obispos? Fue en el Sacro Imperio Románico Germánico
donde el conflicto entre el poder temporal y el espiritual alcanzó los niveles
más álgidos, este hecho que se conoció como Querella de las Investiduras enfrentó
al Papa Gregorio VII y al rey Enrique IV. El Papa desconoció la jurisdicción
del rey en el nombramiento de autoridades religiosas iniciándose un largo conflicto
que terminó resolviéndose por medio del Tratado de Worms en 1122, este
estableció que solo la iglesia podía entregar la investidura eclesiástica.
El Islam
Arabia es una península en su
mayor parte desértica, habitada hasta el siglo VI por pastores organizados en
tribus, que marchaban tras sus rebaños, y por grupos de mercaderes, conductores
de las caravanas que atravesaban la península. Fueron estos mercaderes,
traficantes de las rutas comerciales entre el Extremo Oriente y el Mediterráneo,
quienes iban a iniciar la nueva historia del pueblo árabe. En la ciudad de La
Meca, situada en una encrucijada de caminos, establecieron su centro político.
El santuario de la Kaaba la convirtió en un centro religioso, al que acudían
miles de peregrinos para adorar la famosa «piedra negra», que la tradición
árabe asociaba con el judío Abraham. Mahoma (o Mohamed) nació en La Meca, en
una familia de mercaderes. En contacto con los judíos y cristianos conoció la
Biblia; le impresionó la idea de una vida futura y comenzó a dar forma a una
nueva religión, el Islam (sumisión a Dios), cuyos seguidores se llamaron
musulmanes (creyentes).
Los pobres y los esclavos de La
Meca acogieron con esperanza las palabras del profeta, pero los ricos
comerciantes temieron por sus negocios, que se desarrollaban en torno a las
constantes peregrinaciones. Cuando Mahoma prohibió la adoración de ídolos, los dirigentes
de La Meca rechazaron la nueva doctrina. Mahoma tuvo que huir de la ciudad de
Medina. Esta huida -la Hégíra-, ocurrida el 16 de julio del año 622, marca la fecha
utilizada por los musulmanes como punto de partida de su calendario. Mahoma, se
convirtió en el jefe político y religioso de la cada vez más numerosa comunidad
árabe-musulmana.
A la muerte de Mahoma en el 632,
Arabia era ya, en su mayoría, musulmana. Sus sucesores tomaron el título de
califa (sucesor del Enviado de Dios) e iniciaron la expansión territorial. A
mediados del siglo VII, Irak, Siria, Persia y Egipto habían sido conquistadas.
Mientras se realizaban conquistas
y el botín era abundante, los árabes se mantuvieron unidos. Pero interrumpida
la conquista, la anarquía se extendió por el país. Con la llegada al califato
de la familia Omeya, procedente de Siria, resurgió el afán expansivo.
Los nuevos califas trasladaron la capital a Damasco, en Siria, centro de los países
conquistados a los bizantinos. Copiaron de éstos su modelo de organización militar
y su administración territorial. Las conquistas Omeyas se dirigieron hacia tres
puntos: por el Oeste, conquistaron el Norte de Africa, la península Ibérica y
Sicilia; por el Este, consiguieron llegar a la India, y por el Norte, se
dirigieron hacia Bizancio, que no pudieron conquistar.
En el 750, una revuelta iniciada
en Persia expulsó a los Omeyas del califato. La nueva dinastía de los Abbasidas
emprendió la reorganización del territorio y, bajo la influencia persa, el
califato Abbasida se transformó en una monarquía oriental, con el lujo y boato
propio de estos monarcas. Trasladaron la capital a Bagdad.
La doctrina
Musulmana
La religión predicada por Mahoma
tuvo una gran difusión entre las gentes sencillas, debido a la fácil
comprensión de sus preceptos. Un sólo Dios, Alá, es el dueño del mundo,
comunica a los hombres la ley y les dicta su comportamiento. La fe y la sumisión
son las bases principales de la religión. Las raíces de la religión islámica
hay que buscarlas en el judaísmo y en el cristianismo; la historia de Alá sigue
un esquema dado en la Biblia y la preocupación por el juicio final y la
salvación pesa también sobre la conciencia musulmana. Mahoma es un profeta como
Jesús, Moisés o Abraham. La doctrina está contenida en el Corán, libro sagrado
que contiene las predicaciones de Mahoma, recogidas por sus discípulos. Es un
conjunto de creencias, obligaciones religiosas, reglas de vida social, etc.,
que los creyentes deben cumplir. Junto al Corán
hay otro libro, la Sunna, que
contiene las vivencias y pensamientos del Profeta. La interpretación del
mensaje religioso de estos libros dio origen a la aparición de dos sectas
(sunnitas y shiitas) que tuvieron repercusiones políticas al apoyar
respectivamente a los Omeyas y a
los Abbasidas. Los siguientes son las normas de conducta que debe cumplir todo
musulmán:
Para
el Islam es imprescindible orar cinco veces al día, mirando en dirección a la Meca.
El
ayuno completo se practicaba en el mes sagrado de Ramadán.
La
peregrinación a la Meca había de celebrarse por lo menos una vez en la vida.
La
Guerra Santa se entendía como deber colectivo para conseguir que los infieles
aceptaran el dominio del Islam. Fuera de la comunidad de creyentes estaban los
infieles, quienes tenían dos opciones: la conversión o la esclavitud.
En
otro aspecto se consolidaron prácticas cotidianas específicas en torno a la alimentación,
como la prohibición de comer cerdo o bebidas alcohólicas fermentadas, y las
relativas a la higiene.
La Cultura
Los árabes crearon una notable
civilización, que fue capaz de incorporar elementos griegos, persas y de la
India los que posteriormente lograron difundir por la península Ibérica y por
el norte de África. El árabe se convirtió en la lengua literaria y común del
mundo islámico, este fue un proceso relativamente rápido debido a su capacidad
para sintetizar aportes culturales complejos y heterogéneos. Así se explica la
multiplicación de las traducciones, la fundación de bibliotecas y la
divulgación del pensamiento filosófico y científico helénico.
En el plano científico fueron
difundidos nuevos elementos del álgebra y trigonometría, como el cero (de
origen indio). Consiguieron sustanciales avances en cartografía, medición de
meridianos y en el uso del astrolabio. Realizaron nuevas observaciones químicas
y médicas. Practicaron la alquimia, desarrollaron la astrología y la magia. Su aporte
científico a Europa, entre los siglos VIII al XII, fue particularmente
trascendente para la estructuración de la cultura occidental.
El Feudalismo
Durante los siglos IX al XI, el
occidente de Europa sufrió una última oleada de invasiones: los musulmanes
atacaban por el Sur las costas del Mediterráneo, los normandos invadían las
tierras ribereñas del mar del Norte (en 1066 ocuparon
Inglaterra) y los húngaros
presionaban en el Este. Aunque estas invasiones tuvieron consecuencias menos
graves que las provocadas por los germanos en el siglo V, contribuyeron de modo
decisivo a hacer de Europa un mundo de campesinos, y de la tierra la única
riqueza. En los señoríos territoriales, o feudos vivía la mayoría de los
habitantes de Europa
occidental. El feudo era una gran
propiedad constituida por tierras de cultivo, bosques y pastos. Pertenecía a un
señor (noble o eclesiástico) y estaba dedicado a la explotación agraria por
campesinos en régimen de servidumbre. El territorio del señorío estaba dividido
en dos partes:
La
reserva,
formada por las mejores tierras y explotada directamente por el señor. En ella,
se encontraban la vivienda señorial y las instalaciones de uso común: molino,
horno, fragua, etc.
Los
mansos eran
parcelas de terreno, separadas de la reserva, que se entregaban a los
campesinos para que las cultivasen durante toda su vida.
La entrega de tierras se hacía
mediante un contrato (encomendación) que creaba unas obligaciones personales
entre el propietario y el campesino. El señor debía al campesino protección y
ayuda en épocas de hambre. El campesino debía entregar al señor parte de la
cosecha o del ganado y realizar para él un trabajo personal.. Por este contrato,
el campesino renunciaba a su libertad y se convertía en siervo del señor. La
entrega de parte de la cosecha o de ganado (censos en especie) se realizaba en fechas
determinadas: un cordero en Pascua, pollos en Navidad, etc. Las prestaciones
personales eran jornadas de
trabajo en la reserva del señor: cultivar los campos, transportar mercancías,
etc.
Los señoríos cultivaban todo lo
que necesitaban y el comercio se redujo considerablemente, limitándose a los
productos de lujo para uso de los señores y a ciertos productos de gran
necesidad, como la sal.
ESTRUCTURA DE UN
FEUDO
CASTILLO
TIERRAS COMUNALES
RESERVA SEÑORIAL
ALDEA
MANSOS
El señorío jurisdiccional,
apareció cuando los señores además de tener el control de la producción
agraria, obtuvieron de los reyes otros derechos que antes habían ejercido sólo
los monarcas. Eran el derecho para administrar justicia en sus tierras; dictar normas
o reglamentos para el uso de los molinos y hornos, etc.; estos bienes, que eran
propiedad del señor, debían ser utilizados por los campesinos mediante el pago de
una tasa. Igualmente el señor cobraba tasas por circular por los caminos o
cruzar los puentes de sus territorios. Los beneficios obtenidos de los mansos y
el cobro de estas tasas constituyeron las
rentas señoriales. Muchos señores
aumentaron sus rentas gracias a la roturación de bosques para crear nuevas
tierras de cultivo, a la aplicación de avances técnicos en sus tierras, como el
arado de vertedera, el atalaje y el uso de la herradura en los animales de
tiro, y a la construcción de nuevos molinos, hornos, caminos, etc. Los
campesinos, al solicitar la protección del señor, renunciaban prácticamente a
su libertad. Solamente los dispuestos a servir al señor con las armas podían
dejar a salvo su libertad personal. Se convertían en sus vasallos: a cambio de
su ayuda militar, el señor les entregaba un feudo (tierra) para que viviesen de
él y para que sirviera de garantía de la prestación del servicio de armas al
que se obligaban. Así, el lazo personal de dependencia, que unía a un hombre
con otro, incluía también la propiedad de la tierra, ya que si no cumplía la
prestación era desposeído de ella. Este sistema (tierra a cambio de defensa
armada, grandes derechos sobre las personas y lazos personales que ligaban a
señores y vasallos) fue la base de lo que se ha llamado feudalismo.
SEÑOR FEUDAL
•PROTECCIÓN:
ECONÓMICA
MILITAR
VASALLO
•AYUDA
•CONSEJO
•PAGO IMPUESTOS
•TRABAJO
LAS RELACIONES
FEUDALES
La encomendación o vasallaje era
el lazo de unión entre señor y vasallo, que expresaba las obligaciones de
ambos. El vasallo debía a su señor fidelidad y dos prestaciones: el «auxilium»
o servicio militar, que consistía en acudir con sus
caballeros armados en ayuda del
señor cuando éste lo requiriese, y el «consilium» que obligaba al vasallo a
acudir a la casa del señor cuando era convocado para aconsejarle y, sobre todo,
para participar en la administración de justicia. Con el tiempo, las reuniones
se redujeron a tres, que coincidían con las fiestas de Navidad, Pascua y Pentecostés.
En definitiva, ambas prestaciones obligaban al vasallo a colaborar en la administración,
la justicia y el ejército del señor.
En contrapartida, las
obligaciones del señor para con el vasallo eran la fidelidad y la
protección: debía acudir en
defensa de su vasallo siempre que fuese injustamente atacado, defenderle en los
juicios y garantizarle la posesión del feudo para su manutención. Cuando el
vasallo no cumplía, era declarado infiel (felón) y se le
castigaba, si el caso era grave,
con la pérdida del feudo. Por el contrario, si el señor no cumplía los
compromisos podía ser desafiado, es decir, el vasallo podía retirarle la fidelidad.
El sistema tendió a operar
simbólicamente a través de el Acto de Homenaje que consistía en
arrodillarse frente al señor y expresar una suerte de plegaria manifestando en
ella su deseo de recibir la protección del señor; el acto de fe, juramento de
fidelidad ante las Sagradas Escrituras; todo era sellado con el Acto de la
Investidura, en el cual el señor investía a su nuevo vasallo, donándole un
puñado de tierra u otro objeto que representara la tierra enfeudada. Este nuevo
orden de cosas implicó la transformación de las estructuras económicas, políticas
y sociales en Europa:
Características Económicas
En materia económica se consolida
un sistema autárquico en virtud del cual cada feudo constituye una realidad
económica
autónoma e independiente La base
económica del feudalismo era la Villa su número variaba y dependía de la
extensión del
feudo.
Características Políticas
El poder real se ve reducido
frente a los señores, quienes acrecentaban sus atribuciones asumiendo la
facultad de
legislar, administrar justicia,
acuñar monedas, percibir impuestos, dirigir sus propias fuerzas militares. En
este
contexto, se desarrolló una
relativa estabilidad política, en la cual se ofrecieron ciertas condiciones de
seguridad y paz
Características Sociales
La masa campesina estaba
compuesta por los Villanos quienes eran hombres libres, sometidos a un señor.
Por otra parte
estaban los Siervos de la Gleba,
quienes estaban adscritos a la tierra y prestaban servicios totales al señor.
La nobleza estaba
constituida por el Rey, los
señores, los vasallos y los caballeros, estos títulos eran de carácter
hereditario y se dedicaban
especialmente a la actividad
bélica. Una de sus acciones más comunes eran las huestes o cabalgadas,
consistían en el asalto
de los dominios de un señor por
otro señor, para la obtención de un botín y la captura del propietario para el
cobro del
rescate El clero durante esta
época jugó un importante rol pacificador. Surgieron movimientos como la Paz de
Dios y la
Tregua de Dios, que implicaban el
amparo en las iglesias y monasterios de los débiles y desarmados y la detención
de la
guerra durante las fiestas y
ceremonias religiosas. Las relaciones de vasallaje se fueron haciendo más
complicadas, pues un señor podía ser, a su vez, vasallo de otro señor más
poderoso, y un mismo vasallo podía tener varios señores, lo que hacía difícil
el prestar fidelidad a todos, siendo frecuentes los enfrentamientos entre
señores y vasallos.
El comercio y
las ciudades en la Baja Edad Media
La Ciudad Medieval tiene orígenes
diversos; antiguas ciudades romanas con desarrollo de la actividad mercantil e
industrial (Pavía, París); Otras nacieron en sectores aledaños a los
monasterios (Malinas, Saint Omer); Algunas surgieron alrededor de
castillos (Gantes) y otras para
servir de refugio (Venecia). A finales de la baja edad media estas ciudades van
sufrir transformaciones debido principalmente al desarrollo del comercio y a la
disminución de la guerra. El dinamismo de la actividad comercial tiene su
génesis en las Cruzadas (guerras que emprendieron los católicos para liberar
los santos sepulcros en manos de Turcos musulmanes), ya que estas introdujeron
en Europa nuevos productos y permitieron la
activación de las ciudades
italianas, las cuales, estratégicamente ubicadas, intercambiaron grandes flujos
de productos con oriente, los que posteriormente comercializaban en toda Europa
Occidental. Del mismo modo, el auge comercial obligó
a muchos señores feudales a
colocar ferias en sus dominios, lo que produjo la instalación paulatina de
población en esos sectores. En un comienzo las ciudades pertenecieron al señor,
pero será a partir del siglo XI que, muchas de ellas, pasaron a la tutela real,
con lo cual el rey comenzó a acumular riquezas provenientes de los impuestos,
disminuyendo el poder de los señores. El comercio se desarrolló en dos áreas.
Por Europa meridional a través del Mar Mediterráneo que se convirtió en la
principal vía de intercambio para las ciudades localizadas del norte de Italia
como Venecia, Génova, Pisa, Nápoles, Florencia, Milán,
Parma y Palermo. En la Europa
Septentrional o el área nórdica, en donde se desarrolló un flujo que se
extendía desde el norte de Francia e Inglaterra hasta el mar Báltico. Con el
tiempo esta área pasó a convertirse en la Liga Hanseática donde destacaron las ciudades
de Brujas, Gante, Colonia, Hamburgo, Bremen, Londres, París, Lübeck, Magdeburgo,
etc. En medio de ambas zonas se desarrollaron las urbes de Lyón, Estrasburgo,
Nuremberg, Basilea, Augsburg, Lagres, Bar, Troyes, Provins. Además surgieron
nuevos métodos comerciales como la moneda y el crédito que flexibilizaron las
relaciones comerciales. También se desarrolló una nueva red de caminos, que
abandonó el estilo empedrado por vías de tierra. El comercio marítimo era más
rápido y se vio favorecido por el uso de la brújula, el astrolabio y por el perfeccionamiento
de las construcciones navales, donde destaca la galera, apta para la guerra y
el comercio. En este nuevo hábitat urbano, las diferenciaciones sociales se
estructuraron en torno a la posesión de riqueza. Los grupos privilegiados
estaban compuestos por la nobleza urbana, propietaria de gran parte del suelo
urbano y de los campos aledaños a la ciudad, estos grupos desarrollaron el
oficio militar y ocuparon los cargos de gobierno. A partir de siglo XI emergen
con fuerza los artesanos quienes se organizaron por oficios, desarrollaron
paulatinamente un corporativismo formando gremios de acuerdo a la
actividad realizada. Estas corporaciones realizaban una producción de calidad y
tendieron a estructurarse en jerarquías de Maestros, Oficiales y Aprendices. El
grupo más representativo de estas nuevas ciudades eran los Burgueses, quienes
van a pasar del último escalafón de la sociedad feudal a puestos de privilegio
en el nuevo contexto comercial de fines de la Edad Media.
Los Burgueses se dedicaban al
comercio, reciben su nombre por que habitaban los Burgos, emplazamientos
aledaños a los feudos, pero que con el esplendor del comercio
con oriente se van a convertir en
el eje dinámico de las nuevas ciudades. Son estos burgueses los que a la postre
se van a constituir en el nuevo eje social, político y cultural de la nueva
época que se avecina. En este nuevo contexto urbano los nuevos sistemas de
relaciones económicas, ya no basadas en la tierra sino en el comercio, van a ir
estructurando lo que posteriormente va a ser el Capitalismo. Los orígenes del capitalismo
hay que buscarlos en el renacer de las ciudades. Dos van a ser los principales
promotores del capitalismo por un lado el comercio (que a su vez favoreció la
industria y las finanzas) y por otro el Burgués, quién será el típico representante
de este sistema económico. Movidos por una nueva moral que no tendrá reparos en
fijar al afán de lucro como su principal objetivo, los burgueses organizaran un
sistema en donde la acumulación de capital y la inversión serán determinantes.
La nueva economía impulsará la creación de la banca, que se transformó en el
gran financista de las transacciones que comenzaron a operar, se abrieron
sucursales por toda Europa y se crearon nuevas formas de pago como la letra de
cambio. Además nacieron otras herramientas que dinamizaron la actividad
económica entre los que se cuentan los depósitos en dinero y el crédito.